Doce excombatientes pertenecientes a la Comisión de Enlace de Veteranos de Lomas de Zamora regresaron a las Islas, en el marco de un programa municipal que cada año otorga cuatro viajes a quienes hayan servido durante el conflicto bélico del Atlántico Sur.
A 41 años de la Guerra de Malvinas, doce excombatientes pertenecientes a la Comisión de Enlace de Veteranos de Lomas de Zamora regresaron a las Islas. La sensación de volver, el recuerdo del conflicto y las heridas que aún no cierran.
“Islas Malvinas argentinas, 1886 km” reza un cartel en el ingreso al centro de veteranos en Lomas. Sin embargo, las islas se sienten muchísimo más cerca, en la mirada y en las historias de cada uno de los excombatientes. Mucho tiempo pasó para que Víctor Luis Peloso; Jorge Soto; Patricio Almirón; Antonio De Luca y Darío Pedraza pudieran volver a pisar suelo malvinense.
Con la mirada cargada de recuerdos, Peloso, excombatiente del Regimiento VII de La Plata, perteneciente al Ejército Argentino, compartió con AUNO lo que significó volver a las Islas. “Había un sentimiento que me decía que tenía que volver. No puedo explicarlo con palabras, era algo que sentía”, aseguró.
La Guerra de Malvinas no es sólo el recuerdo de una aventura improvisada de una dictadura cívico militar que buscó desesperadamente, por cualquier medio, un poco de oxígeno ante el fuerte descontento y las protestas de la sociedad. Malvinas se convirtió en una causa que despierta sensaciones y emociones encontradas en todos los argentinos y argentinas.
“Llegar y ver tu posición de combate y pensar ‘acá estuve hace 40 años’ es por un lado, emocionante, y por otro, muy chocante“, afirma Pedraza, excombatiente del Regimiento VII de Infantería del Ejército Argentino, que rememora a AUNO la primera vez que pisó el suelo isleño. “Los primeros días fueron terribles, te juega muy en contra el clima. Es estar permanentemente en un terreno que es muy inhóspito”, señaló.
Malvinas es una huella imborrable en la identidad nacional que invita permanentemente a la reflexión. El testimonio de De Luca, veterano de la Compañía de Combate 601 del Ejército Argentino, es el fiel reflejo de eso. Luego de su regreso a las Islas, después de 41 años, el excombatiente describe la sensación de volver a pisar Puerto Argentino.
“Tengo dos visiones en mi mente. Una en la que tenés una casa y te la usurpan, y tenés que ver por la ventana cómo te usan todo. Y la otra, es que tenés una hija a la que no le podés dar de comer, no le podés dar nada y la tenés que entregar y sabés que está bien. Entonces, veo que están bien cuidadas las Islas y todo, pero me gustaría recuperarlas, siempre por la vía diplomática“, relató De Luca.
Visita al cementerio de Darwin
El regreso a los archipiélagos incluyó la visita a uno de los puntos más emblemáticos y significativos para toda la tropa argentina: el cementerio de Darwin, donde descansan 237 de las 649 víctimas argentinas que hubo durante el conflicto.
Las filas de cruces blancas inundan el pecho de los excombatientes con un sentimiento difícil de explicar. Soto, veterano de guerra del Regimiento VII de La Plata contó en diálogo con AUNO: “Lo peor que te puede pasar es no poder hacer el duelo. ¿Cómo lo hacés? En el caso de la guerra, no se puede regresar, más si es un caso como el nuestro. Por eso al poder estar ahí, pudimos cerrar un círculo. Sabés que esa persona está ahí y que descansa y eso te alivia”.
Sin embargo, la historia no termina allí. En su visita a Darwin, los excombatientes lomenses encontraron las tumbas de tres de sus compañeros caídos en combate. “Fue una casualidad. Encontramos a dos compañeros que eran de nuestro grupo, los dos juntos. Para nosotros, fue muy fuerte hacer el ritual con ellos ahí, compartir esos 10 minutos, es totalmente fuerte“.
Un emotivo silencio se hace presente y embarga las palabras y la memoria de los veteranos. La magnitud de lo acontecido en Darwin es única. El reencuentro, el cierre de un círculo que permaneció abierto durante más de cuatro décadas.
Almirón, excombatiente del Batallón de Ingenieros 601 del Ejército Argentino refleja en su rostro y en su voz la emoción de aquel reencuentro hasta entonces suspendido en el tiempo. “Encontré a un compañero mío ahí. Yo no lo conocía demasiado, pero te invade algo por dentro que no sabés cómo explicarlo. No sabés si es emoción o qué, lo expresás con un llanto, es algo imponente e inexplicable”, describió.
Es innegable que el conflicto bélico del Atlántico Sur marcó un antes y un después en el pueblo argentino y, principalmente, en la vida de quienes combatieron en él. Malvinas trasciende el legítimo reclamo por la soberanía del territorio nacional y abraza consigo una causa de valores e ideas que se extiende incluso por el resto del continente americano.
Las huellas de la guerra están a la vista en el sentir nacional. “Malvinas nos cambió. Hoy por hoy somos más patriotas que nunca. Defendemos cualquier cosa por sobre la Patria”, remarcó Almirón sobre el legado que dejó el conflicto en la sociedad argentina.
Entre regresos, reencuentros, emociones e historias hay una cosa que queda clara a la luz de los hechos.
Las Malvinas fueron, son y serán siempre argentinas.
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