A más de cuarenta años de los hechos que desencadenaron la Guerra de Malvinas, nuestra tarea debe ser insertarlo en un proceso político, social, económico y cultural que trascienda lo fáctico, y lo enriquezca. Para ello es necesario ir recuperando un ideario y un itinerario histórico que nos permita desde la denominada batalla cultural, trabajar la memoria colectiva y su rol identitario. De qué modo las subjetividades se entrelazan para comprender que la soberanía territorial también es económica y repercute en nuestras vidas cotidianas. La lejana geografía que nos ocupa en este trabajo, debería ser parte de los debates educativos, culturales e ideológicos que nutren la agenda política del presente.
Pero para ello, “los combates por la Historia” deben jugar su rol, y alejar “los males de la memoria.” De lo contrario, el modelo de país que se proyecta (y se discute desde el nacimiento de nuestra patria) para la inclusión de las grandes mayorías, queda trunco. Porque al desmalvinizar, estamos dando por sentado que podemos perder territorios de la Argentina en manos el Imperialismo y del consecuente Colonialismo, visualizados como la panacea socioeconómica. Y, por lo tanto, potencias imperiales como en este caso, el Reino Unido de la Gran Bretaña pueden y deben usurparnos.
Informar, formar, debatir, reflexionar, son verbos que devienen en acciones educativas cuando un colectivo decide desde lo interdisciplinario poner en agenda la Historia como presente tangible de nuestros proyectos cotidianos.
Guillermo Batista
Historia Social Argentina
Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Lomas de Zamora