Querida nieta, hoy quiero contarles a todes que existimos, y que existimos de este modo, con este lazo así constituido. Porque aprendí de vos que lo personal es político.
Mi nieta con sus 14 años cumplidos… ya sabés hace tiempo que tu destino está indisolublemente anudado al colectivo. Ya sabés que ninguna mujer se salva sola. Pero ocurre que vos, como tantas mujeres, travestis y trans tienen miedo de salir a las calles, como les pasa no sólo a las nietas, también a las hijas, a sus madres y antes a sus abuelas. Yo tuve miedo, nietita….
¿Miedo a qué tenemos hace ya tantas generaciones de mujeres? Nietas e hijas tienen miedo de aparecer en una bolsa, en una zanja. Sé que sienten indignación e impotencia ante cada femicidio. Las abuelas. Las madres también tenemos miedo de los otros varones, los machos…
Mi nieta… me enseñaste que es preciso denunciar en las escuelas y en las calles que el patriarcado otorga a los varones licencia para matar, los legitima en tanto machos y sitúa a mujeres, diversidades y disidencias en peligro de violencia seguida de muerte.
Vos aprendiste y yo aprendí de vos que organizarse, bailar, gritar y cantar constituyen acciones políticas que amplían derechos y construyen ciudadanías diversas con su lucha. Yo aprendo de vos, mi nieta, te admiro como admiro a tus cumpas, me conmueve la pasión de ustedes, que es como una fruta jugosa y perfumada.
A través de vos agradezco a estas jóvenes mujeres en lucha a visibilizar la opresión y propugnar que los varones concienticen de una buena vez los privilegios que poseen en este mundo impiadoso, injusto y violento: deben renunciar a estas posesiones sin atenuantes, sin excusas…
Mujeres en lucha: en las aulas, en las bancas, en las redes, en las calles… Así como yo luché en el teatro de operaciones. Te agradezco a vos y a tus amigues el poder entender que ninguna mujer será libre hasta que todas lo sean, hasta que un sistema opresivo como el patriarcal caiga estruendosamente en pedazos.
Creo que es necesario entender que en las palabras anidan huevos de serpiente: sin un trabajo de recepción crítica, sin una activa resistencia ante la intención heteronormativa de imponer significaciones, siempre se impondrá el “así son las cosas”, “así es la realidad”, “siempre fue así”. Así me parecía a mí, pero hoy ya no más.
Querida nieta, me doy cuenta que buscás desnaturalizar lo que de ningún modo es natural. Vos y tus amigues hacen un ejercicio de ciudadanía activa, articulándose en praxis compañeras, creando otro sentido común, de carácter comunitario y contestatario. A lenguas mandantes, hablas desobedientes. Eso me dijiste una vez…
Nuestra guerra contra el imperio inglés la entablamos mujeres y hombres. A nosotras también nos silenció el discurso oficial sobre Malvinas…
He podido entender que la insatisfacción y repulsa al proyecto de ser manipulados constituye una tarea política y estética: la crítica como un arte cuya obra es nuestra propia vida. Se trata de un camino incierto, pero es la condición para que emerja una subjetivación desujetada. Así te escuché hablar con tus amigues: me hiciste pensar…
Adhiero plenamente a la imperiosa necesidad de que los varones reflexionen y acompañen las luchas de las mujeres en pos de la justicia y la igualdad. A despatriarcalizar la masculinidad hegemónica. ¡A desalambrar! Como la letra de una canción que escuchaba con mis amigues a tu edad. Este es otro combate, que requiere desarmar las trincheras que protegen a los privilegiados y a sus cómplices silentes…
Hoy creo que la justicia y la igualdad no sólo se declaman, sino que se deben llevar a la práctica cotidiana de familias, matrimonios, noviazgos, lazos diversos y disidentes, relaciones laborales y toda escena privada y pública.
Nieta mía: sos una intensa sensibilidad en el colectivo de Mujeres. Ustedes, minas jóvenes, están haciendo la revolución. Ustedes nos despiertan de nuestro sueño patriarcalizado. Ustedes mueven el mundo…