Por Noelia Ruiz
En la posguerra, el excombatiente del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde” de La Plata luchó por la obra social en PAMI y la pensión vitalicia del Estado, entre otras reivindicaciones. Tras ser partícipe en la conquista de derechos, el meticuloso exsoldado comenzó una cruzada para agradecerles a las personas que le brindaron asistencia médica y apoyo emocional durante el conflicto del Atlántico Sur.
43 años después, Roberto conserva tres cosas: su bigote, su campera azul estilo chaqueta con bordados alusivos a la Guerra de Malvinas y la inquebrantable militancia de quien lucha por lo que cree justo. De 62 años, un metro setenta y cinco y expresión imponente, Piccardi decidió desempolvar una carpeta con folios que guardan un material tan histórico como simbólico: las cartas que escribió y le escribieron en la contienda.
Ya jubilado y recién convertido en abuelo, lejos está de tener un ritmo de vida tranquilo. Hace poco, concretó el reencuentro entre Silvia Maroño —su excompañera del secundario en el “Tomás Espora” de Temperley— y Luis Mario Orellana, el exsoldado conscripto a quien ella, sin saberlo, le envió manuscritos para darle aliento.
Ahora, prepara una charla para el Museo de Malvinas de Lomas de Zamora —cuya inauguración en 2008 selló su retiro de la presidencia de la Comisión de Enlace de Veteranos de Guerra— y tiene prevista la entrega de un diploma —”¡Lo logré!”— en reconocimiento del Congreso Nacional a Jorge Beltrán, el médico que lo trasladó herido en Malvinas.
“Canalicé toda esa bronca y falta de atención que no recibimos. Estaba herido y también enojado. He luchado y sigo luchando”, dice el militante de la causa Malvinas, quien lleva una larga lista de proezas. Entre ellas, la creación de la oficina del Veterano de Guerra en PAMI, el otorgamiento de subsidios municipales a familiares de héroes caídos, la aprobación de la ley 24.310 de pensión vitalicia a heridos de guerra y el lanzamiento de Malvinas: historia viva en las aulas, el primer programa provincial de charlas de excombatientes en escuelas.

Un acto de rebeldía y una muestra más de tenacidad
El 3 de abril de 1982, Roberto cometió la “locura” de escaparse del Regimiento 3 —había sido trasladado por las marchas contra la dictadura de Leopoldo Galtieri que impulsaba el líder de la CGT Brasil, Saúl Ubaldini, bajo la consigna “Pan, paz y trabajo”— para asistir al aniversario 50 de casados de sus abuelos. “Tenía que estar, eran mis únicos abuelos”.
Cuando viajó rumbo a las Islas —un martes 13— tenía 19 años y solo le faltaba una semana para ser dado de baja en el servicio militar obligatorio. Junto a su sección —primero en la Compañía de Servicios para luego ser reubicado como infante— combatió en Moody Brook y en las cercanías de Monte Longdon. En la mañana del 12 de junio, durante el combate de Wireless Ridge, fue herido después de que las esquirlas de una bomba de mortero alcanzaran a una de sus piernas.
Tras ser evacuado esa misma noche, pasó por cinco hospitales: el de Puerto Argentino, Regional de Comodoro Rivadavia, Naval de Puerto Belgrano, V Cuerpo de Ejército de Bahía Blanca y Militar de Campo de Mayo. De este último se escapó porque hacía más de tres meses que no veía a sus padres. A los pocos días, se presentó en el Hospital Gandulfo, donde curaron sus heridas y recibió el alta médica semanas después de que la guerra terminara.
Roberto no solo tiene fotos de recuerdos felices, también de momentos llenos de tensión evidenciados por los rostros de asombro de los retratados. En el acto del 2 de Abril de 2002 en Plaza Grigera, devolvió la medalla que le había entregado el municipio en 1991. Fue en protesta por la disolución de la Dirección Municipal de Veteranos de Guerra, que puso en peligro varios puestos de trabajo. La por entonces intendenta Mirta Quiroga la recibió a título personal de él “para dar un sacudón moral a quienes son indiferentes” —según citó el diario La Unión—; es decir, no involucrando a sus compañeros de la Comisión de Enlace de Veteranos de Guerra. La repercusión fue tal que, a las pocas semanas, la Dirección fue reabierta y su condecoración, restituida.
Un viaje al pasado para completar su historia
Tras la muerte de su madre, Martha, Roberto Piccardi comenzó a agrupar las cartas que guardaba. “Cuentan alguna anécdota de Malvinas que yo no recordaba y ahora recuerdo”. Se dio cuenta de que nunca le había agradecido a quienes le escribieron y enviaron medallitas, billetes, virgencitas y recortes periodísticos dentro de los sobres.
Con la idea de revertir esa situación, se propuso ubicar a esas personas y entregarles una copia para que pudieran conservarla. Un día, se encontró con Liliana Wranges —exalumna del Tomás Espora que le había escrito cuando estaba en 5to 2da de la secundaria— quien le leyó su carta delante de él y lo conmovió profundamente. Ahí supo que debía registrar la secuencia a través de videos que quedaran para la posteridad.
Como si fuera poco, también dio con el paradero de quienes lo asistieron cuando estuvo herido. A través de su investigación, consiguió la planilla de vuelo y arribó a un descubrimiento importante: es uno de los 84 evacuados “afortunados” en el Hércules C-130 TC 66, el anteúltimo que salió desde el archipiélago.
Así, Roberto pudo dar con el subteniente que lo auxilió, el chofer de la ambulancia que lo llevó hasta el Hospital de Puerto Argentino, dos soldados médicos que lo ayudaron a salir de un pozo, una señora llamada Nora que lo cuidó en Bahía Blanca, el oficial navegador Adrián Speranza y el mecánico de abordo Ricardo Bressan.
Todas estas anécdotas, Roberto quiere volcarlas en un libro sobre sus vivencias. Previamente, fue coautor de 35 años después y su historia de vida aparece en Resiliencia. Vidas que enseñan.
Aunque atento a las generaciones más jóvenes, cedió a la idea de crear un pódcast, tarea que confió a Luz Canella Tsuji y Soledad Arréguez Manozzo, secretaria del área de Investigaciones y directora de la Agencia AUNO de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ, respectivamente.


Luz y Soledad destacan su compromiso y tesón. “Siempre fue la argamasa y voz cantante del grupo”. Aunque él asegura que esta cruzada completará su historia con Malvinas, su amigo Gustavo Tellini —quien lo acompañó por 18 años como vicepresidente de la Comisión de Enlace de Veteranos de Guerra— no parece creerle: “Con lo meticuloso, dedicado e involucrado que es, está haciendo un laburo inalcanzable. Cuando salió con lo de las cartas, con otro amigo nos miramos como sorprendidos. Él dice que es lo último que va a hacer, pero no lo firmo en ningún lado. Es una usina generadora de ideas, algo va a aparecer después.”
NR
3-7-2025