Por Noelia Ruiz
El filme cuenta la historia de la madre de Gabino Ruiz Díaz, “soldado solo conocido por Dios” durante tres décadas. La visita a su tumba y el encuentro con un militar británico son unos de los puntos que retrata esta producción estrenada en el Festival de Cine de Mar del Plata.
En marzo de 2020, cuando visitó por segunda vez el Cementerio de Darwin, Elma Pelozo tenía 80 años y estaba en silla de ruedas, pero le sobraban fuerzas para visitar la tumba de Gabino Ruiz Díaz, su “Cambacito”, como ella lo llamaba. Había ido por primera vez en 1997, pero ninguna cruz tenía el nombre de su hijo. Recién en 2017 sus restos fueron identificados, pero sus problemas de salud no le permitían hacer tal periplo.
De ahí parte “Los sueños de Elma. Historia de una madre de Malvinas”, un largometraje que retrata la cruzada solidaria que le permitió a Elma despedir a su hijo, así como concretar su trunco encuentro con Geoffrey Cardozo, el militar británico que encabezó la tarea humanitaria de crear el Cementerio de Darwin e inhumar con honores militares y religiosos a Gabino y a los 236 héroes argentinos que yacen en las fosas.
“Hablamos de gente que estuvo enfrentada, que no eligió ni mandar a sus hijos ni participar en una guerra y que, luego de eso, tuvo una gran necesidad de curar esas heridas. Elma por un lado y Jeffrey por el otro, establecen relaciones humanas que son muy sanadoras y llenas de amor”, explicó Miguel Monforte, director marplatense del largo, en diálogo con “Malvinas 40”.
El filme tuvo su estreno en el marco de la 38° edición del Festival de Cine de Mar del Plata de 2023. Actualmente, es proyectado en el Teatro Auditorium de la ciudad balnearia con presentaciones para escuelas de las que participan hasta 900 alumnos.
La lucha de una madre y el gesto del adversario
Monforte cuenta que Pelozo apareció en “Héroe corriente”, su primer trabajo acerca de la Guerra de Malvinas, que cuenta con dos versiones: en la primera, la identidad de Gabino no había sido restituida, por lo que el director optó por realizar una segunda, que completara el relato.
Gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense en conjunto con la Cruz Roja Internacional se supo que los restos de Ruiz Díaz descansan en la parcela A, fila 2, tumba 15, y que pudo ser reconocido por una chapita en la que anotó su número de DNI, ni bien arribó a las islas.
A partir de entonces, Miguel entabló una relación de cercanía y confianza con Elma, vínculo que considera imprescindible para la realización de cualquier producción audiovisual. Igual importancia le otorga a la aprobación por parte de los protagonistas mediantes consultas y revisiones, ya que después de todo se tratan de “sus historias personales”.
Sobre la aparición de Geoffrey Cardozo, así como de militares y soldados británicos en general, explicó que “sigue habiendo resistencia” en tanto a su incorporación en filmes argentinos, por más de que se le atribuyan acciones bondadosas. Con respecto a si esa cuestión es un impedimento a la hora de realizar un audiovisual, sostuvo: “Estamos convencidos de lo que queremos contar. Los argumentos valen más que las críticas”.
El documental muestra la campaña que emprendieron desde la Fundación “No me olvides”, bajo la dirección del Veterano de Guerra de Malvinas Julio Aro, para recaudar fondos y costear un avión sanitario que le permitiera a Elma realizar el ansiado viaje y duelar a su hijo en una lápida que lleva, al fin, su nombre y apellido.
Luego de su recorrido en salas, Miguel Monforte intentará que sea transmitido por el canal Cine Ar al igual que en su plataforma de streaming, donde está disponible su primer trabajo. Sin embargo, espera que la incertidumbre que existe en el mundo del cine argentino no sea un obstáculo para ello.
El cine como medio para pensar Malvinas
Miguel Monforte, de 14 años cuando irrumpió la Guerra de Malvinas, recuerda que en su casa “se vivió intensamente”. Cuando empezó a estudiar cine, tuvo un compañero de Atletismo que era excombatiente, lo que despertó su interés por el tema y lo incentivó a interiorizarse en el hecho histórico en sí y en las cientos de historias que lo atraviesan.
Al principio, filmó testimonios de VGM “muy crudos” para la época, para luego realizar sus primeros trabajos sobre la guerra que lo “engancharon” por completo. Ahora centra sus trabajos en la posguerra, ya que está convencido de que “el cine social y humanitario puede transformar a la gente y despertarles una reflexión”.
“Malvinas es una causa nacional que empezó en 1833, cuando nos usurpan las islas. Es mucho más que la Guerra. Todos los argentinos tenemos que entender eso, que es una causa que nos toca y convoca a cada uno. Nos tiene que interesar a todos, pero sobre todo pensando en la paz, en que no vuelva a suceder un hecho bélico y tratando de ver como se resuelve por la vía diplomática”, enfatizó.
04-09-2024
NR-MEM